Esta cobertura es parte de una serie especial, Cumbia across Latin America, un reportaje visual en seis países documentado durante varios años, que abarca seis países y cubre a las personas, lugares y culturas que mantienen vivo este género musical.
La cumbia nació en Colombia, pero muchos aseguran que es México quien la mantiene viva. En medio de las montañas de Monterrey hay una Colombia chiquita, una Colombia regia. Monterrey es una ciudad de migrantes, donde la industria atrajo mucha mano de obra campesina. Tal vez sea la añoranza de una vida pasada lo que conectó a las colonias migrantes de Monterrey con las canciones campestres de la costa colombiana. Esta es la tierra de los sonideros, DJs coleccionistas de vinilos de cumbia y música tropical que aparecieron en los años 60 y que hasta el día de hoy llevan sus equipos a clubes y fiestas caseras o callejeras.
Gabriel Dueñez es uno de los sonideros más conocidos. Su hija cuenta que, en una fiesta, debido al sobrecalentamiento de sus equipos, el tempo de una cumbia que sonaba se volvió mucho más lento de lo normal. Así nació, por accidente, la cumbia rebajada, junto a sus bailes pausados como el del gavilán, la motoneta, la poma, el balón, etc. Este nuevo estilo y la obsesión con Colombia se convertirían en una subcultura urbana llamada Los Kolombias y sus integrantes, los “cholombianos”. Ellos usaban la estética de los “cholos” de Los Ángeles, su vecino del norte.
En Monterrey, la cumbia era considerada música de pandillas porque se escuchaba en los barrios de bajos recursos y en colonias de migrantes internos, llamadas “colonias”. En su epicentro está la colonia Independencia, o como todos la llaman, “la Indepe”. En esos tiempos, jóvenes autodenominados “pandilleros” se peleaban por territorio, y uno de sus actos de rebeldía era taguear las paredes de la ciudad con el verso de alguna cumbia. En la Indepe vive Maikle Gutiérrez, quien vende discos y artículos colombianos frente al icónico Puente del Papa, donde sonideros como Dueñez vendían casetes con mezclas hechas en sus fiestas, en los años 80. Estas grabaciones tenían saludos para familiares y amigos que emigraron fuera del país. Maikle siente que es un don de Dios ser de la Indepe. También dice que en Monterrey el rey indiscutible de la cumbia es el sanjacinteño Andrés Landero. Es raro entrar a la casa de un sonidero y no encontrar un altar dedicado a Landero, al Binomio de Oro o a los Corraleros de Majagual, como si la Indepe se hubiera quedado pausada y embrujada para siempre por la cumbia colombiana de los años 60 y 70.
A comienzos de este siglo, el crimen organizado se apoderó de la ciudad, y la violencia se exponenció, especialmente en las colonias, que fueron tomadas por los cárteles. Como consecuencia, muchos jóvenes fueron reclutados y usados como carne de cañón. Todo cambió. En este período oscuro en Monterrey, las fiestas callejeras comenzaron a trasladarse al interior de las casas por seguridad. Las agrupaciones tocaban en fiestas privadas con el miedo de sufrir la suerte de la banda que tocó para el cártel equivocado y no vivió para contarlo. La ciudad fue tomada por el miedo.
Luego de más de una década de extrema violencia, la cumbia volvió a las calles. Los cholombianos desaparecieron debido a constantes persecuciones policiales por usar pantalones y camisetas anchas, zapatos Converse y peinados excéntricos. A muchos jóvenes que sobrevivieron la violencia de esos años, ahora se los encuentra en alguna fiesta con sus familias, alejados para siempre de las calles. Aún hay grupos de baile de cumbia “regia” que quieren volver a apropiarse de esta identidad. Elizabeth Hernández, integrante de Unión de Cumbia, dice que cuando baila se le olvida hasta que tiene bato. Ella baila hasta que “el cuerpo aguante.”
Esta cobertura se realizó con el apoyo del programa de Explorers de National Geographic Society.
Karla Gachet e Iván Kashinsky son fotoperiodistas radicados en Los Ángeles, California. Puedes ver más del trabajo de Karla en su sitio web, karlagachet.com , o en Instagram en @kchete77. El trabajo de Iván está disponible en su sitio web, ivankphoto.com , o en Instagram en @ivankphoto
Este trabajo también fue parte de un video producido en colaboración con el editor Alejo Reinoso y fue reconocido en los Premios POY Latam 2025 en la categoría multimedia.
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